Extremadamente cerrados. Deportes para las élites

Por: Paola Arenas Salazar

Foto: Memorableindia.in
Foto: Memorableindia.in

En los noticieros televisivos y radiofónicos mexicanos, el segmento deportivo suele estar al final del programa, y cuando dichos segmentos incluyen a los denominados deportes extremos, invariablemente éstos aparecerán en diminutas y esporádicas cápsulas que de ninguna manera compiten en cobertura con los deportes de consumo popular y de proyección comercial.

La razón para que esto sea así, sin duda es multicausal, pero entre las constantes se pueden considerar los factores: económico/comercial, publicitario, rareza/desconocimiento, desinterés editorial hacia la cobertura, e inconvenientes de carácter climatológico.

Intentemos explicarnos estas causales bajo el entendido de que todas ellas están concatenadas y las fronteras entre las causales se traslapan y desdibujan constantemente.

El factor económico/comercial es, como en todos los procesos humanos (y más aún en los sucedidos dentro del capitalismo) el elemento sobre el que descansan las razones de existencia de dichos procesos, y en este caso se puede señalar que los deportes extremos son en su mayoría muy costosos para ser practicados por las más amplias capas de la sociedad, poco vendibles para los mercados extensos y poco atractivos para los inversionistas que se dedican a la producción y reproducción industrial de las mercancías que circundan a los deportes/espectáculo de difusión “masiva”; de aquella que se hace altamente rentable por sus ventas multimillonarias.

Encapsulado en el ámbito económico/comercial, el factor publicitario se constriñe en proporción con el tamaño del mercado al que se puede y se pretende acceder, si el grupo objetivo de compradores es una élite acaudalada y reducida, la publicidad acopla sus tácticas de “seducción” a códigos, lenguajes, medios y canales excluyentes de las grandes colectividades y semi encriptados a los códigos culturales de identidad, pertenencia y cultura de grupos que no son ni pretenden ser “la mayoría”, por lo contrario disfrutan el confort de la práctica y la expectación de deportes para ghettos de “alta sociedad”.

Si son élites excluyentes en lo económico y en lo cultural las que practican y consumen los denominados deportes extremos, éstos son por extensión lógica eventos “raros” para los espectadores de la televisión, los radioescuchas estandarizados y los lectores de los periódicos deportivos de grandes tirajes, de ahí que el público promedio en México, el “hombre-masa” del que habla Umberto Eco, difícilmente sabe qué es y cómo se practica el kite surf, el heli sky, el snowboard, el rapel o el salto en bungee, asimismo, es muy posible que tenga alguna mínima noción acerca del motocross, el buceo, el excursionismo y el gotcha, pero difícilmente los habrá practicado y menos aún serán un hábito para su esparcimiento común.

Mención especial merece en esta revisión el denominado automovilismo deportivo, que aunque en su expresión de Fórmula Uno regresará a nuestro país en agosto del año en curso después de 23 años sin actividad, es materialmente inalcanzable su práctica para más del 99 por ciento de la población. No abundan los Sergios “Checo” Pérez entre los mexicanos, toda vez que son superlativamente escasos los automóviles con las características físicas, mecánicas, técnicas y tecnológicas que requiere el automovilismo deportivo, ya que tampoco sobran las escuderías y los patrocinadores que puedan o deseen convertir esta actividad en una verbena popular. En ese sentido, es un deporte espectáculo que para quien puede pagar los altísimos costos para asistir a esas carreras sólo gozarán de unos segundos viendo pasar los súper veloces vehículos, y que para los que lo ven por televisión les es en su mayoría un evento anticlimático, monótono y repetitivo. La versión popular, extra peligrosa y enajenada de esa práctica son los extra riesgosos “arrancones” que algunos jóvenes de ambos sexos (y otros no tan jóvenes) realizan a altas horas de la noche en avenidas de ciudades y carreteras del país frecuentemente bajo el influjo de alcohol y estupefacientes.

Siguiendo la lógica económica, comercial, publicitaria, de rareza y desconocimiento de los deportes extremos en México, es relativamente fácil entender que los medios de difusión colectiva, los mass media de los que hablan los funcionalistas no tengan gran interés en acercar su capacidad de cobertura mediática hacia deportes (que en su mayoría no son deportes al no implicar reglas ni competencia) distantes a la cultura popular, a los magros ingresos de la población empleada, subempleada y desempleada, y que para generar nuevos públicos y construir emporios rentables tendrían que invertir capitales enormes que redituarían a largo plazo, y que indudablemente prefieren destinar a negocios híper consolidados, y cuyas multimillonarias utilidades están garantizadas con el show bussines de los deportes masa: el futbol soccer, el futbol americano, el box, la lucha libre y en menor medida el básquetbol y el volibol.

De tal manera, el grueso de los medios prefieren mantenerse al margen de actividades que no son “masivas”, ya que la “masividad” no está en su naturaleza y en la garantía de su mantenimiento, crecimiento y expansión. No es que en esos deportes no haya dinero, es que el circuito económico comercial no está abierto a las multitudes, tiene practicantes y espectadores exclusivos y excluyentes, indispuestos a socializar su entretenimiento extremo.

Por último, un elemento no relacionado con la comunicación ni con su expresión mediática, pero que se revierte en el semi ostracismo de los deportes extremos para los mexicanos, son las condiciones climáticas en las que muchos de ellos se realizan, ya que si bien nuestro país es considerado “multiclimático” y “megadiverso” en cuanto a sus condiciones naturales, sobra decir que los espacios para practicar deportes relacionados con la nieve, con las olas, con la arena, con el buceo y otros más, no están acondicionados ni cuentan con los desarrollos en infraestructura para practicar muchos de los mencionados deportes, razón por la cual los compatriotas gustosos de las mieles del extremismo, invierten además, jugosas cantidades para viajar a los lugares del planeta donde puedan recrearse en estas prácticas.


(Este texto fue desarrollado por su autor durante el Seminario de Titulación de la carrera Medios de Comunicación para el Prototipo Técnico “La presencia de los deportes extremos en los medios de difusión colectiva. Análisis, investigación y monitoreo” bajo la asesoría del profesor Cutberto Bastida Arias. Julio 2015)