Por: Karla Guadalupe Valdez Aviña

La mayoría de las publicaciones diarias o periodísticas son muy pragmáticas generalmente publican lo que a la gente le importa, por esa razón los deportes denominados extremos tienen una presencia marginal en los medios de comunicación; porque no están masificados, no tienen una figura, un ídolo y además de que no generan venta. Esto es, en síntesis, lo que analiza el editor de las secciones deportivas de Grupo Milenio y director del periódico deportivo de Milenio Diario, La Afición, Rafael Ocampo Caballero.
El criterio editorial para darle presencia a estos deportes, explica, es observar si realmente involucran gente como espectadores, ya que en todo caso “será la gente que no tiene el tiempo o las posibilidades para ejercer la práctica de algún deporte extremo, y por lo tanto sólo serán espectadores (ya que son deportes caros) los que nutrirán o no la existencia de esos deportes” en su línea masivo/industrial. Sin embargo, el ex director editorial, director general y coordinador de deportes de CNI – Canal 40 (antes del plagio de señal por parte de los gángsters de TV Azteca) subraya que es necesario “analizar evento por evento, deporte por deporte, caso por caso (…) Quizás en México no tienen tanta presencia como el futbol o el box porque no hay una tradición”.
Los deportes de alto riesgo no están concebidos para ser masivos, no forma parte de su concepción; al contrario, “a veces una práctica de alto riesgo autentica no necesita ni de los espectadores; es algo solitario, es un reto propio del practicante; ya estaría de más el medio para tratar de hacerlos populares. Yo no creo que el objetivo de nadie sea masificarlos, ni de las marcas”, aventura meditabundo el ex Catedrático de la Universidad Iberoamericana.
Los deportes denominados extremos se definen a partir del riesgo para quien lo practica; a partir del peligro y de la adrenalina que generan, comenta el también ex coordinador de futbol del diario deportivo Record, y añade que “hay un permanente crecimiento de este tipo de prácticas que están muy ligadas a patrocinios y a marcas que sobre todo quieren situarse en un entorno juvenil para ir rompiendo con el esquema del futbol o de deportes más tradicionales”.
Con una trayectoria a cuestas que implica haber sido comentarista, analista y presentador de deportes tanto en Televisa como en TV Azteca, en Televisión Mexiquense, Univisión y TVC Deportes, Ocampo considera que la clasificación de estas disciplinas “se ha ido dando de forma natural a partir de diversos elementos como la combinación de escenarios muy específicos donde se lleva a cabo la ejecución de estos deportes, que además están muy ligados al concepto aventura; evidentemente el box, las artes marciales, el kinck boxing entre otros deportes no catalogados como extremos ponen en riesgo la salud, pero se llevan a cabo en contextos muy diferentes” donde el riesgo vital no es el móvil principal.
Es una serie de cualidades las que hacen que un deporte extremo sea o no rentable; “ahora cuando se habla de rentabilidad ya es negocio ya no es deporte, ya lo que se tiene que ver es: ¡es negocio o no es negocio! y manejarlo como eso”. Imbuido en la frenética dinámica de la redacción de deportes de Milenio-La Afición, Ocampo Caballero, hace una pausa en el cierre de la edición para reflexionar: “Un factor fundamental en estos proceso son los patrocinadores que andan casando a ese tipo de aventurero loco de la vida; a cualquier tipo de deporte lo mueven las marcas, marcas que buscan que se consuman sus productos en determinados segmentos”.
Coordinador de la sección de deportes del semanario Proceso a principios de este siglo y con la experiencia de haber cubierto in situ los Mundiales de Futbol EE.UU 94, Francia 98, Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Brasil 2012; así como los Juegos Olímpicos Atlanta 96, Beijing 2008 y Londres 2012, afirma con mesura: “sin ser clasista, sí se podría decir que la práctica de estos deportes corresponde a una composición social de gente adinerada; ya que los países que tienen una economía desarrollada generan más bienestar social, y a su vez generan más ocio. La gente tiene más espacio para practicar esa categoría de deportes, y ésto está muy ligado al ocio, a un ocio sano, un ocio bueno”.
No se puede decir si los deportes extremos son una evolución de los deportes no extremos, si son una variable cultural o la resultante del excesivo tiempo de ocio de un sector de gente económicamente acaudalada, ya que no hay documentación, investigación y monitoreos minuciosos al respecto; pero lo que sin duda se puede afirmar es que estas prácticas están cobrando fuerza paulatinamente y que ya empiezan a ser imitadas, no por las enorme masas, sino por grupos pequeños que se identifican con el riesgo y la euforia que éste produce.